El impacto en la salud humana está vinculado a varios efectos crónicos: neurológicos, cáncer y otras consecuencias agudas desencadenadas por el uso directo del producto en la agricultura y por la exposición de los habitantes.
Estudios científicos indican que el glifosato puede interrumpir la reproducción humana por su capacidad de causar daño mitocondrial, necrosis y muerte en células embrionarias y placentarias. Además puede producir alteraciones endocrinas, incluyendo la interrupción en la producción de progesterona y estrógenos, así como el retraso de la pubertad masculina.
En cuanto al ambiente, el glifosato provoca una serie de impactos que incluyen la reducción de la nutrición de las plantas y el incremento de su vulnerabilidad a las enfermedades.
El glifosato puede extenderse hacia aguas superficiales y subterráneas, y así dañar la vida silvestre con la consecuente contaminación del agua potable.
Los cultivos transgénicos han incrementado enormemente el glifosato en Estados Unidos y América del Sur por lo que los ambientalistas piden que se prohíba el uso de este herbicida lo antes posible.
Victoria Bianco
Periodista especializada en medio ambiente